Misioneros en activo, misioneros regresados,
familiares de misioneros, y amigos de las misiones, junto al equipo del
Secretariado, fueron partícipes de una enriquecedora mañana misionera,
familiar, con muchas emociones, oración, con presencia del Padre, con
testimonios… Todos los asistentes pidieron al final del mismo el realizar con
mayor frecuencia encuentros así, en los que compartir, y de los que recibes
tanto.
Comenzamos
el día poniéndonos en manos del Padre, por quién estábamos allí reunidos, quién
nos envió a misionar desde nuestro Bautismo, y siempre está ahí… “Aquí me tienes mi Señor Dispuesto a
cumplir tu Voluntad. No permitas que me guarde tu nombre de anunciar allí donde
jamás tu palabra llegó. Y ven ahora en mí, mi vida es para Ti”, decía una canción que emocionó a los presentes. Continuando
con testimonios, de los cuales os dejamos algunas pinceladas en próximas
líneas, y que esperamos podáis escuchar íntegramente en próximos encuentros, o
se incluyan en los boletines, o en el blog.
Alberto y Esperanza
Matrimonio,
del “Camino Neocatecumenal”, con 10 hijos, 6 años de misión en Holanda. 4 años
han pasado ya desde su regreso a España. Alberto dice que sigue preguntándose
cada día “¿me llamará de nuevo Dios a la misión?”. Se encontraron con
dificultades, el llevarse a toda su familia allí, encontrar su hueco, etc. Pero
se podría resumir para Alberto estos 6 años en Ámsterdam, que “la misión a
quien ayuda es a los misioneros”. Esperanza nos relata que se encontraron con
una realidad triste, pobre. Había mucho por hacer allí. La misión para ella fue
un regalo, una bendición dice para toda su familia, “acostumbrar a nuestros
hijos a vivir con poco fue una bendición para ellos”. Relataba con la voz
entrecortada, lo que le permitió la emoción, que el estar allí de misión
también le regaló el poder compartir la enfermedad de su padre, así como el
proceso al diaconado de su hermano, el cual, falleció allí por causa de un
accidente: “Dios se hace presente en las dificultades”. “Tengo un sentimiento
de agradecimiento a la Diócesis, a todos vosotros, a la Delegación de Misiones,
por el apoyo de entonces y el de ahora. Gracias por reunirnos hoy aquí”,
finalizaba Esperanza el testimonio de este matrimonio tan especial.
María
Para
María, Ecuador fue mucho más que un destino. Comenzó siendo el lugar donde iba
a realizar un año de cooperación internacional como psicóloga, para convertirse
en un revulsivo de fe, de ilusión, en un año de misión. El comienzo fue duro,
se fue sola, irse tan lejos, adaptarse a una cultura, a un clima distinto… Pero
allí se encontró con Dios, se encontró con Pedro Jesús Arenas, se encontró con
un maravilloso pueblo ecuatoriano. “La
gente me dio mucho. En misión te das cuenta de que, aunque estés físicamente
mal, da igual, todos los días tienes un motivo por el que levantarte, a quien
ayudar, tanta gente te necesita…”, nos transmitía María. Todo su año allí
estuvo realizando labores de voluntariado y de misión, en relación a proyectos
de distintas Parroquias de Quito, concretamente del sur. Se dedicó junto a
Pedro Jesús, otros misioneros y gente de Parroquias, a evangelizar puerta por
puerta. De este misionero dice que es un ejemplo de vida, de Jesús, de misión. El
terremoto de Ecuador fue vivido por ella de una forma intensa, pues muchos
sitios por los que ella pasó, fueron destruidos completamente, lo que
conllevaba a preocuparse por tantas personas con las que estuvo, y muchas de
ellas con las que conserva aún relación. “Ecuador necesita de nuestra ayuda”.
Con emoción nos relataba que allí se confirmó, “no puedo describir con palabras
lo que sentí, pero necesitaba confirmarme, me cambió todo”, finalizaba así
María su testimonio, también junto a esta frase: “Amar en todo tiempo, en todo
lugar y en toda circunstancia” (P. Dehon).
Pilar
y Manolo
Pilar,
sobrina de D. Ángel Floro, junto a su marido Manolo, nos relataron lo que fue
para ellos Zimbabwe y el tener un familiar misionero. Para ella D. Ángel es más
que el primo hermano de su padre, es su querido tío. Con mucha vinculación a
Zimbabwe, antes y después de su estancia allí, no sólo por su tío, sino por
todo lo que su estancia allí les aportó; tanto ellos, como su hija, están
deseando volver, “fue un regalo para nuestra familia. Tenemos la esperanza de
regresar”. Destacan de aquella tierra africana, la alegría; pese a la realidad
que allí hay, llamándoles la atención especialmente las escuelas y hospitales.
Helio
Qué
deciros de Helio, misionero en Guatemala, del que tanto conocéis. Tuvimos la
suerte de que este encuentro coincidiera con su estancia en España, ha venido
un mes de vacaciones a “La Herrera”, su pueblo natal. Relató sus inicios en
Guatemala, comenzando su labor misionera en el Petén, volviendo a España un
tiempo por el fallecimiento de su madre, pero ese espíritu misionero le lleva
de vuelta a Guatemala tras un tiempo, concretamente a la capital. “El secreto
de la felicidad es mi fe en Dios”, nos regalaba esta frase que bien puede
resumir todo su testimonio. Destacaba que en Guatemala la gente no da lo que le
sobra, como se hace en países como el nuestro, dan lo que tienen (lo poco que
tienen) para compartirlo. “Se viven situaciones inseguras, claro, en la misión,
pero hay más bueno que malo, y espiritualmente es muy gratificante”, dijo Helio.
Mientras escuchábamos a Helio, con su don de palabra, y su buen humor, se
proyectaron imágenes de la que fue la experiencia misionera de este verano del
Secretariado de Misiones.
Finalizamos
el día, con un tiempo de coloquio, y con la clausura por parte del director del
Secretariado de Misiones, D. Fernando J. Zapata Sanz.