Día Hispanoamérica

Hace sesenta años que la Conferencia de Metropolitanos de 0España apostó fuerte para responder a uno de los más urgentes desafíos en la misión de la Iglesia: la difusión de la Buena Noticia de Jesucristo. De aquella inquietud misionera y poniendo sus ojos, sobre todo, en América por muchas razones tanto históricas como culturales, nació la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA). Más de 2.300 sacerdotes diocesanos de las diversas Iglesias de España han servido a la evangelización en aquel continente acogidos a esta Institución, desde entonces.
Nunca las diócesis españolas han dejado de mirar hacia aquellas queridas tierras a las que nuestros antepasados llevaron el Evangelio. Son cientos y miles de religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos los que han ido tomando el relevo para portar la antorcha de luz y de amor del Evangelio de Jesucristo en aquel continente.
Destinatarios
Las actividades pastorales que puedan organizarse en las comunidades cristianas tienen como finalidad despertar en los fieles la necesidad de cooperar con la oración, el sacrificio y la aportación económica en favor de los fieles de aquellas Iglesias locales en formación”.
Esta invitación va dirigida principalmente a:
  • Los adultos para participar de manera ordinaria en las actividades ordinarias de una comunidad parroquial. No sólo los que semanalmente se reconocen miembros de esa comunidad en la celebración de la Eucaristía, sino quienes están asumiendo compromisos de formación y servicio a la Iglesia local.
  • Los jóvenes que sienten con mayor radicalidad la necesidad de una mirada más universal a la humanidad. Desde los procesos iniciatorios a la fe y a la vida cristiana se reconocen como más corresponsales de la suerte de los otros, de los que están lejos, de los que tienen menos posibilidades.
  • Las personas consagradas que por vocación han descubierto que la humanidad espera de ellas una mayor entrega en favor de los más necesitados. Las comunidades cristianas en formación del continente americano son como un constante aldabonazo para que estas personas consagradas canalicen su entrega radical hacia quienes necesitan de su presencia y ayuda.
  • Los inmigrantes suficientemente capacitados para tomar parte activa en la reflexión y en la acción del compromiso misionero con las comunidades cristianas a las que no han dejado de pertenecer. Ha llegado el momento de dejar de tratar con paternalismo a estas personas que se incorporan a las comunidades de acá, para implicarlas en la cooperación misionera con los de allá.